Jueves tarde, taxi al aeropuerto y vuelo a Xi'an. Como era de esperar, me toco asiento rodeado de chinos y el único que mediante tenedor y trozo de pan se alimentó de la comida que nos dieron (los chinos me miraban raro al usar el tenedor, ellos usaban solo la cuchara). Después de unos 45 minutos en taxi del aeropuerto al centro de Xi'an, con un conductor que calculaba el coste del viaje de cabeza, llegamos a nuestro albergue y nos dimos una vuelta por Xi'an, antigua metrópolis china.
Nos acercamos al barrio musulmán a ver un mercadillo nocturno y donde cenamos en un sitio con pinchitos de lo mas variopinto.
Después nos acercamos a una discoteca china... sin comentarios, lo que vimos allí no hay palabras que lo describan, hay que vivirlo.
A la mañana siguiente pusimos rumbo para ver el ejercito de los guerreros de terracota. Hay tres hangares donde están los guerreros. Uno pequeño con el cuartel general, otro donde solo hay trozos y el resto esta tapado, y el más impresionante con cerca de 6000 guerreros.
Uno de los generales (los lazos que lleva le dan el rango y contra más altos son, mayor graduación tienen)
De vuelta en Xi'an tiempo justo para relajarnos un poco en el albergue y tren nocturno (bueno llegamos a las 2 de la mañana) a Luoyang.
Ya desde nuestro fresco albergue de Luoyang (a pesar de que en China se supone que hay calefacción en todas las ciudades que hay al norte de una línea imaginaria que pasa por encima de Shanghai, en nuestro albergue no había) comenzamos las excursiones. Al día siguiente, después de un desayuno, salimos dirección grutas de Longmen, una de las pocas tallas budistas en roca que hay en China.
Para variar, al ser casi los únicos extranjeros fuimos acosados a base de fotos por parte de los chinos, y como supondreis, yo como soy pequeño, y encima llevaba barba, pues tengo fotos con niños, abuelos y familias. Para terminar, cuando fuimos a comer nos pidieron que nos hiciéramos fotos en una mesa como comiendo para publicidad del bar. Lo curioso es que ya estábamos con abrigos, guantes y gorros, así que puede que sean un poco raros, pero vamos que si pasáis por Longmen, igual veis una foto mía.
Al día siguiente, ya domingo, gracias a un autobús repleto de chinos (hasta ponían sillas en el pasillo para sentarse) y un conductor psicópata (en un control de autopista se metió por dirección contraria porque el resto tardaban mucho) nos plantamos en el Templo de Shaolin, lugar de nacimiento del gongfu (kung-fu).
Allí vimos una exhibición de niños que están estudiando en el templo de diferentes técnicas shaolin imitando los movimientos de animales.
Después, en el poco rato que nos quedaba, fuimos hasta el Bosque de Pagodas, el cementerio de monjes insignes.
Y con esto acabamos con el viaje. Bueno, nos faltaron 10 horas de tren en asientos horribles rodeados de chinos y sin dormir, pero vamos eso casi que lo omito porque aún estoy tratando de olvidarlo.
2 comentarios:
very nice photos:)
Gran crónica y parece que un bonito viaje con las tipicas penurias mochileras.
Por cierto, ¿!¿tantas chinitas se abalanzan sobre tí que has tenido que ponerte protección facial?!?
Un saludo!!!
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