Pues ya casi estamos en Año Nuevo Chino. La ciudad está engalanada con sus encantadores colores rojos y dorados por doquier y sus luces de colores. Tenemos vacas por todos lados (es lo que tiene que el nuevo año sea el de la vaca), aparecen puestos de venta de cohetes y petardos y empiezan a oírse por las calles los mismos.
A los chinos les encantan los petardos, y no es por nada pero me han comentado que los mejores cirujanos de reconstrucciones de manos son chinos... igual es por que tienen mercado bastante grande en china, sobre todo después de año nuevo.
Además viajar por China es casi imposible en estas fechas ya que todos los chinos vuelven a sus casas para reunirse en familia, en las noticias se ven trenes abarrotados y gente haciendo filas.
¿Y nosotros que hacemos? Pues visto el caos que hay por este país en estas fechas, nos vamos a Tailandia y Camboya a descansar un poco. Empezamos en las islas Phi Phi donde nos juntamos con los becarios de Tailandia y luego nos damos un voltio por Siem Reap en Camboya para ver los templos de Angkor y tomar unas cervezas con los becarios de Taipei que también andan de ruta y para terminar una parada por Bangkok.
¡Nos vemos el año que viene!
viernes, 23 de enero de 2009
martes, 13 de enero de 2009
Hong Kong y Guilin, 2 por 1 para finalizar el año
Después de nochebuena partimos un fin de semana a Hong Kong, por temas de renovación de visados.
Hong Kong fue una cosa curiosa. Del grupo, hay una gran mayoría que ha llegado a casi odiar Hong Kong. Opino que fue más el alojamiento que otra cosa (ya sabéis que si vais a Hong Kong os puedo recomendar un sitio al que NO ir... la palabra cucarachas asín de grandes lo dice todo...), y también que es bastante más diferente a la china que estamos nosotros acostumbrados en Pekín. En mi caso me gustó. Lo encontré una especie de Nueva York pero a lo chino. Muchos rascacielos, mucha gente de diferentes nacionalidades, tiendas, vamos un cierto caos en pequeño espacio y además al estilo chino! Para un fin de semana estuvo bien, habría que ver para vivir, aunque los becarios están contentos ahí.
Agradecimos el volver a ir en manga corta por la calle, aunque hubiera estado mejor teniendo algo de sol, pero no se puede tener todo.
Después de esta pequeña incursión a Hong Kong (creo que volveré alguna otra vez con más tranquilidad porque aún me quedan cosas que hacer), cambiamos completamente para terminar el año: viajamos a Guilin y Yangshuo. Lo digo porque pasamos de rascacielos a entorno rural chino.
Desde Guilin cogimos un crucero por el río Li para ver un paisaje kárstico que parecía sacado de cuento de hadas. Lástima que tampoco vimos el sol, y además hacia bastante frío, pero le daba un ambiente interesante con toques siniestros.
Yangshuo es un pueblecillo (este si, solo cerca de 300.000 habitantes...), con casas antiguas y mercadillo a la orilla del río y rodeado de montañas.
Lo típico de Yangshuo es alquilarse una bici, darse una vuelta por los alrededores y bajar por un afluente del Li, el Yulong, en barcazas de bambú... ¿y que hicimos? pues lo típico.
Al día siguiente pusimos rumbo al norte, para visitar las terrazas de arroz de la columna del dragón de Longsheng.
Fue una pena que las terrazas estuvieran secas, al ser invierno, porque verdes hubieran estado todavía mas increíbles. Además había un publecillo al lado con sus abueletas haciendo zapatillas y las señoras con unos peinados que parecían que llevaban sombreros.
El año lo terminamos con un masaje para relajarnos del viaje y cenando en el Sheraton de Guilin como unos señores. Eso sí, se notaba que estábamos perdidos en China, porque fuimos los únicos cenando y celebrando el año nuevo. ¡Fue divertido explicarle a una china que a las 12 de la noche nos tocara unas campanadas improvisadas mientras nos comíamos nuestras correspondientes uvas!
Hong Kong fue una cosa curiosa. Del grupo, hay una gran mayoría que ha llegado a casi odiar Hong Kong. Opino que fue más el alojamiento que otra cosa (ya sabéis que si vais a Hong Kong os puedo recomendar un sitio al que NO ir... la palabra cucarachas asín de grandes lo dice todo...), y también que es bastante más diferente a la china que estamos nosotros acostumbrados en Pekín. En mi caso me gustó. Lo encontré una especie de Nueva York pero a lo chino. Muchos rascacielos, mucha gente de diferentes nacionalidades, tiendas, vamos un cierto caos en pequeño espacio y además al estilo chino! Para un fin de semana estuvo bien, habría que ver para vivir, aunque los becarios están contentos ahí.
Agradecimos el volver a ir en manga corta por la calle, aunque hubiera estado mejor teniendo algo de sol, pero no se puede tener todo.
Los hongkonitas también son raros, y conducen por el otro lado... y además carteles en cantonés, que si el mandarín ya es difícil, ponte con el cantonés...
Después de esta pequeña incursión a Hong Kong (creo que volveré alguna otra vez con más tranquilidad porque aún me quedan cosas que hacer), cambiamos completamente para terminar el año: viajamos a Guilin y Yangshuo. Lo digo porque pasamos de rascacielos a entorno rural chino.
Desde Guilin cogimos un crucero por el río Li para ver un paisaje kárstico que parecía sacado de cuento de hadas. Lástima que tampoco vimos el sol, y además hacia bastante frío, pero le daba un ambiente interesante con toques siniestros.
Yangshuo es un pueblecillo (este si, solo cerca de 300.000 habitantes...), con casas antiguas y mercadillo a la orilla del río y rodeado de montañas.
Lo típico de Yangshuo es alquilarse una bici, darse una vuelta por los alrededores y bajar por un afluente del Li, el Yulong, en barcazas de bambú... ¿y que hicimos? pues lo típico.
Lo curioso es que cada cierto tiempo tenias puestecillos en medio del río para venderte cosas. No si los chinos tontos no son...¡El pulgar del gigante! (bueno y el de Ana...)
Al día siguiente pusimos rumbo al norte, para visitar las terrazas de arroz de la columna del dragón de Longsheng.
Fue una pena que las terrazas estuvieran secas, al ser invierno, porque verdes hubieran estado todavía mas increíbles. Además había un publecillo al lado con sus abueletas haciendo zapatillas y las señoras con unos peinados que parecían que llevaban sombreros.
El año lo terminamos con un masaje para relajarnos del viaje y cenando en el Sheraton de Guilin como unos señores. Eso sí, se notaba que estábamos perdidos en China, porque fuimos los únicos cenando y celebrando el año nuevo. ¡Fue divertido explicarle a una china que a las 12 de la noche nos tocara unas campanadas improvisadas mientras nos comíamos nuestras correspondientes uvas!
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